Es cierto que FIFA disfrutaba de licencias oficiales para nombres, equipos, estadios oficiales y demás, pero como la gente no es tonta acabaron por dar la espalda a tanta parafernalia para poder disfrutar de una experiencia de juego claramente superior.
Así, a no ser que uno quisiera tirarse unas horas cambiando los nombres de los equipos y jugadores, el aficionado del Betis se acostumbró a que su club se llamaba Guadalquivir y los fans del Barça aprendieron a apreciar a Ravoldi. Por lo demás, sin color. Ni las licencias ni los nombres salvaron a FIFA de la quema y, año tras año, crítica y público encumbraron a la saga PES al estrellato.
Hasta el año 2008, cuando la gente de EA se dio cuenta de que la única forma de recuperar el terreno perdido era, literalmente, copiar al rival. Así que eso fue lo que hicieron, añadir a todas sus licencias un estilo de juego muy similar al de Konami e ir puliendo el producto poco a poco hasta dar la vuelta a la situación.
