Has tenido una mala noche y se te han pegado las sábanas. Sales de casa más tarde de lo habitual y observas como el tráfico no es tan fluido como te gustaría. Por supuesto no tienes tiempo en parar en ningún paso de cebra, y maldices al conductor de ese Seat León que de un volantazo casi se te mete en tu carril. De un acelerón le sobrepasas y llegas al trabajo tarde y angustiado.
Ahora imagina que has tenido una magnífica noche, te has levantado a hacer el desayuno a tu familia y sales de casa con tiempo de sobra. Paras en cada paso de cebra y observas la sonrisa de agradecimiento que te dedica cada peatón por dejarle pasar. Niños, madres, padres, abuelos… Todos te dan las gracias y te sonríen. Excepto uno que pasó sin mirar – debía ir con prisa -.
Contento con tu colección de sonrisas observas como un Seat León pega un volantazo y casi se mete en tu propio carril. Frenas enseguida y le dejas pasar, observas como lleva la L y recuerdas lo torpe que eras cuando acabaste de sacar el carné. Otra sonrisilla aparece de nuevo en tu rostro. ¡Qué contento llegas hoy al trabajo!