¿Quién paga la cuenta? Cómo saber cuándo te toca invitar

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En un encuentro de grupo, mejor que cada uno cargue con lo suyo. (iStock)

Por último, en las reuniones con muchos miembros, pocas veces se espera que una única persona (o un pequeño grupo de ellas) pague por todos los comensales, a no ser que esta se haya ofrecido antes con motivo, por ejemplo, de una celebración como un cumpleaños. Mucho cuidado con invitar a todo un grupo pues las connotaciones que dicho acto conlleva pueden ir desde que los demás te consideren un soberbio por hacerte cargo de una suma tan grande, a que te juzguen de manera contraria, como un individuo débil que necesita reafirmarse a través de su dinero.

Las temidas cenas románticas

Reconozcamos que los tiempos han cambiado mucho y que los hombres nos encontramos muy perdidos en el caso de las citas. Tiempo atrás, dudar hubiera sido un error de dimensiones colosales, toda una ofensa para nuestra acompañante: el hombre pagaba sí o sí.

Esta regla ya no se cumple. El motivo es que muchas veces ni siquiera queda claro si cuando quedamos con una persona del sexo opuesto nos encontramos en una cita real: acordamos, por ejemplo, un encuentro con una conocida de toda la vida o con nuestra compañera de trabajo, ¿pero es un paso más para los dos o es solo otro encuentro amistoso?

Vamos a intentar ayudarte a desenmarañar la complejidad de un caso como este. Primera norma: como decíamos al inicio, si uno de los dos se ha ofrecido y el otro ha aceptado, paga el que se ha comprometido a invitar: situación resuelta.

Segunda norma: si la cita ha ido bien o ha ido regular, paga el hombre (con los matices que explicaremos más adelante). Si la cita ha ido mal, ¿por qué invitar? Como ejemplo, hablamos en su momento en El Confidencial del caso de Charly, un abogado cuya cita pidió lo más caro del menú. La indignación de Charly fue mayúscula ya que su acompañante no hizo ni siquiera el gesto de sacar la cartera. Vista la situación, este se sirvió de la excusa de ir al baño para marcharse a escondidas sin pagar. El cambio de roles juega a nuestro favor en este sentido, el hombre no tiene ningún motivo para rebajarse tanto. ¿Por qué no aprovecharlo entonces?

Una manera muy oportuna de solucionar el conflicto de convidar a una mujer, sobre todo si no queda claro si la cosa está cuajando, es utilizar la receta de “invito yo esta vez y si quieres la próxima lo haces tú”. De esta forma no solo quedamos bien, sino que abrimos la posibilidad de que haya otro encuentro. Comprobamos así si existe ‘feedback’ y si efectivamente ella hace el esfuerzo de volver a quedar. La mayoría de las mujeres no van a despreciar una invitación, pero si nuestra acompañante considera que el hecho de que un hombre pague es una actitud machista, siguiendo esta fórmula hemos conseguido establecer un acuerdo sensato.

Existe, con todo, una excepción. Deja que la mujer pague solo y exclusivamente si insiste mucho (pero mucho, mucho) ya que puede tener varios motivos para ello: no quiere sentir que te debe algo o se siente culpable si un hombre paga por lo que ella ha consumido (sobre todo si la mujer ha elegido el lugar y piensa que se ha equivocado con lo que iba a costar realmente la cena). Es fundamental, en ese caso, mostrar respeto a su decisión.

Una última recomendación muy a tener en cuenta: a la hora de invitar a una cita no abones nunca la cuenta en metálico. En la mayoría de los restaurantes el recibo te será entregado en una pequeña cartera para esconder con discreción el precio final. Si pagas con billetes el coste se hará evidente para la otra persona, lo que no resulta muy romántico. Solución: lleva siempre encima la tarjeta de crédito.

Fuente: El Confidencial

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