Instrucciones generales
Por suerte queda todavía una situación muy clara en la que no puede haber dudas: si sugieres el plan y dices que convidas tú, pagas sí o sí. Ante una frase del tipo «mañana te invito a cenar», queda sobrentendido que tú eres el que apoquina. Es normal que al final de la reunión la otra persona se ofrezca a invitar o a dividir la cuenta, pero considera que es una actitud normal y no significa que lo tenga que hacer. Sería muy poco cortés aceptar semejante ofrecimiento.
Si lo que quieres es sugerir que cada uno paga lo suyo, te recomendamos que utilices una fórmula del tipo: “¿salimos a tomar algo?”. Queda así implícito que el desembolso debería ser “a pachas”. Ello no evita que, de nuevo, cuando se hace entrega del recibo, surja la inevitable competición por el “hoy pago yo”. En esos casos, después de pasar varios minutos entre “¡no puedo permitirlo!” o “¡me ofendo si no lo aceptas!” la propuesta inicial permite que el combate abierto por soltar la pasta acabe quedando en tablas, y así todos contentos.
Cuando se paga a escote, la colecta del dinero puede convertirse también en un momento de inesperado compromiso. A veces no disponemos de las monedas que nos permiten dividir la cuenta en partes completamente iguales, poseemos tickets restaurante que nos gustaría utilizar o se nos ha olvidado pasarnos por el cajero y solo tenemos en la cartera nuestra tarjeta de crédito. La solución es tan simple como acordar con el bar o con el restaurante que cada uno se hace cargo de lo suyo y que sea el local el que se tome la responsabilidad de realizar la división.