El orgasmo de pezón existe y esta es la forma de provocarlo

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La mayor parte de aquellos que opinan que así es se refieren para defenderlo a una investigación publicada en el ‘Journal of Sexual Medicine’ en el año 2011. En ella se medía la actividad cerebral de diversas mujeres atendiendo a la manipulación a la que eran sometidos su clítoris, su vagina, su cérvix… y sus pezones. Frente a la sabiduría popular, que señalaría que el clítoris ganaría la partida con mucho, los investigadores, encabezados por el psicólogo de la Universidad de Rutgers Barry Komisaruk, descubrieron que cuando se masajeaban los pezones se activaba la misma región cerebral que cuando se estimulaba la vagina.

Aunque no fueron capaces de explicar exactamente por qué se produce este fenómeno, que provoca que la estimulación de los pezones contribuya al orgasmo femenino, sospechan que puede tratarse de que, como ocurre en la lactancia, se libere oxitocina y esta, a su vez, provoque contracciones del útero. De hecho, aseguraron los investigadores, muchas lactantes han manifestado sentir placer cuando estaban amamantando sus hijos, una experiencia que puede ayudar a cerrar este misterioso círculo.

El misterio de la areola

No se trata de la única investigación que ha abordado este tema. Otra de las más relevantes es la llevada a cabo por el doctor Herbert Otto a finales de los ochenta y que aseguraba que alrededor de un 29% de las mujeres reconocía haber experimentado un orgasmo de este tipo en un momento u otro de sus vidas sexuales. ¿Qué se siente cuando se tiene un clímax de pezón? Una sensación de irradiación desde el pecho, muchas veces producida por la estimulación. El doctor señalaba que, al parecer es la segunda clase de orgasmo más frecuente, después del de clítoris. Y aunque es una aseveración, cuando menos, discutible, sí pone de manifiesto que se trata de una realidad menos excepcional de lo que pensábamos.

Las diferencias entre las reacciones cerebrales, según el MRI. (Wiley Publishing/Barry Komisaruk)

Ahora que ya sabemos que es posible, ¿cómo podemos hacer para conseguirlo? Es tan sencillo (o complicado, según se mire) como con cualquier otra parte del cuerpo. Basta con juguetear con ellos, eso sí, sabiendo qué se trae uno entre manos. Un pequeño artículo publicado en ‘My Tiny Secrets’ por Adina Rivers proporciona cuatro útiles pasos para recorrer este camino: apretar y estrujar, imprescindible para provocar su rápido endurecimiento; lamer, preferiblemente en movimientos circulares (no necesita mayor explicación); chupar; y, por último, intensificar. O, dicho de otra forma, darle caña en los momentos finales. Además, hay que tener en cuenta que, en el caso de las mujeres, sus pezones son más o menos sensibles según la parte del ciclo menstrual en la que se encuentren.

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