Los productos que contienen antioxidantes se comercializan como esenciales para tener una buena salud, con promesas de combatir las enfermedades y revertir el envejecimiento. Pero, ¿son realmente tan buenos para nosotros como nos hacen creer?
El término antioxidante abarca una amplia gama de moléculas —átomos unidos por enlaces químicos— que protegen a otras moléculas de un proceso químico llamado oxidación.
Hasta ahí bien, pues la oxidación puede dañar las moléculas vitales en nuestras células, incluyendo el ADN y las proteínas, que son responsables de muchos procesos corporales. De hecho, moléculas, como el ADN, son necesarias para el correcto funcionamiento de las células; por lo que, si se dañan demasiadas, la célula puede funcionar mal o morir. Los antioxidantes pueden prevenir o reducir este daño.
En nuestro cuerpo, el proceso de oxidación suele ocurrir a causa de otro tipo de moléculas que son altamente reactivas: los radicales libres.
No toda oxidación es mala
La oxidación es una reacción química común en la que se transfieren electrones de una molécula a otra. Y los electrones son una de las partículas subatómicas —más pequeñas que un átomo— que componen prácticamente todo. A medida que los electrones se mueven durante una reacción de oxidación, sus enlaces se pueden romper y la estructura de las moléculas cambia.