Sabía de sobras que yo le resultaba atractiva pero el hecho de que tuviera pareja siempre fue para mi una garantía de que no intentaría nada y eso me hacía estar más relajada, dejándome querer, quizás demasiado, por sus halagos inocentes.
Como bien habréis deducido la mayoría, no eran tan inocentes, y al cabo de unos meses de haber roto el hielo, ya hablábamos de todo. Como me suele pasar, cuando explico mis aventuras sexuales lo hago con tal arsenal de detalles que era de esperar que a mi ‘amigo’ se le disparara la imaginación.
Se lanzó a por todas, no se cortó y me confesó sus planes para seducirme, de cómo me cogería y me desnudaría, de lo mucho que me deseaba. Le pedí que no hiciera eso porque yo le valoraba como amigo y tenía que entender que mis valores impedían traicionar su relación. Como dicen en inglés: bullshit. En una semana nos hemos encontrado cuatro veces y no para tomar algo.