A esta pereza cerebral, la experta también suma la búsqueda de la gratificación inmediata frente a los objetivos a largo plazo. “Perder peso y ponerse en forma son dos propósitos de futuro, en cambio, quedarse apoltronado en el sofá es una gratificación inmediata”, ejemplifica la coach. “Tan pronto como nos centremos en lo que queremos conseguir dejando de lado la recompensa rápida, habremos logrado controlar nuestra voluntad”.
Por su parte, la psicóloga Laura García Agustín refrenda la idea. “Nuestro comportamiento está regulado por las consecuencias que se derivan de él. Lo que ocurre es que los efectos a corto término (ver una película, ir al cine, quedarse el sillón…) se imponen a los de medio y largo plazo, eliminando toda actividad que exija un esfuerzo previo (practicar deporte) que aleje el momento del placer”. Aseveración que lleva a la propia experta a concluir que “la perspectiva de unas consecuencias positivas no es suficiente para vencer la pereza”.
Motivación a (tu) medida
Según la teoría del profesor Patel, la amenaza de una sanción económica nos pone las pilas a todos, homogeneizando las posibles motivaciones existentes para comenzar y mantener un entrenamiento. Sin embargo, Natàlia Calvet es de la opinión de que cada persona tiene su propio impulso, único y personal. El problema es que “hay que averiguar cuál es y la mayoría de las veces no nos molestamos en profundizar en ello, saltándonos ese paso previo e imprescindible”. Para despejar esa incógnita, Calvet nos exhorta a plantearnos cuestiones como: “¿Quieres estar en forma para sentirte ágil? ¿Ser un ejemplo para tus hijos? ¿O quizá tu objetivo es conocer gente?”. Descubrir tu propia motivación puede ser el camino para abandonar tu zona de confort, si no, siempre puedes optar por el castigo económico.