Además, los padres no pueden comer tranquilos en compañía de sus hijos pequeños. Hay que poner baberos, hacer avioncitos con la cuchara, gritar por encima de la televisión o escuchar lloros por quitarla… En fin, que a la hora de comer a la mayoría se les olvida comer. Las madres no van a cenar fuera por charlar con nadie, sino porque tienen hambre.
Si has comido y cenado con ella y calculó cada vez lo que quería con un margen de error inferior a los cinco granos de arroz, pregúntale por su situación familiar.
3. Lleva toallitas húmedas
Las toallitas húmedas, uno de los peores inventos para el ecosistema, son las mejores amigas de la mayoría de las madres. Si no tiene un trabajo de muchas horas pero lleva un bolso grande lleno de artículos que sustituyen a la higiene real (toallitas desodorantes, para limpiar superficies, para limpiarse zonas íntimas, para limpiarse las gafas…), el riesgo de maternidad es alto.