No es su dulzura, ni su instinto de protección, sino otros detalles que te interesan aún más.
Una reflexión superficial podría hacernos creer que si muchos se encaprichan sexualmente por las madres solteras es solo por hacer un poco el loco, como cuando les gustan las fotos de pies peludos o las mujeres disfrazadas de Pokémon. Porque los hijos, así a bote pronto, no son compatibles con la diversión adulta. Tener niños es una fuente de preocupaciones continua y una posible responsabilidad futura, una espada de Damocles con bola de pinchos medieval y rayo láser futurista, un arma dispuesta a rebanar la tranquilidad y la cuenta corriente de uno en cuestión de segundos.
Pero eso son los niños. Las madres solas en el ligue lo petan. Muchos se relajan pensando en que no tendrán que ocuparse personalmente de ese reloj biológico que algún otro inconsciente ha dejado sonar. Otros se dan cuenta de que es una ventaja quedar con alguien que siempre tiene algo más importante que hacer que estar con uno, y que no tiene tiempo para obsesionarse con la relación o complicarse la vida a sí misma ni a los demás.