Si por el contrario, la información engañosa es detectada durante el período en que el trabajador fue contratado y está ejerciendo sus funciones dentro de la empresa, se valorará la gravedad de la mentira y las consecuencias para la empresa. En este caso se pueden dar los dos extremos; si la empresa considera nociva la maniobra del trabajador tiene la potestad de denunciarlo ante el Tribunal de Trabajo.
Sin embargo, si éste último considera que la mentira no reviste la suficiente gravedad y el desempeño del trabajador en su puesto de trabajo es ejemplar o positiva, puede darle la razón, alegando que la mentira plasmada en su curriculum no tiene incidencia sobre el desempeño de las funciones asignadas.
De cualquier forma, nunca está de más que sepas que los selectores de personal, siempre estarán atentos a las mentiras que saben más comunes por parte de los candidatos. Entre estas se encuentran:
- Manipular la experiencia laboral de tal forma que parezca mucho más acorde con los requerimientos exigidos.
- Inflar las funciones desempeñadas en empleos anteriores. Es decir, si sólo fuimos vendedores, añadir que además realizamos tareas administrativas y contables cuando en realidad nunca fue así.
- Falsear el nivel de estudios: no te recomendamos añadir estudios superiores que no has cumplimentado, ya que los reclutadores detectarán con gran pericia que no eres un profesional de dicha área.
- Hinchar el nivel en un determinado idioma. Probablemente sea la mentira con patas más cortas, puesto que la petición de un simple comprobante de nivel o una prueba de conversación durante la entrevista serán suficientes para desactivar la trampa.
- Inventar empresas ficticias: piensa que hay demasiada información para poder comprobarlo. Si nunca existió esa empresa para la que dices haber trabajado, tampoco existirá argumento para que lo enmiendes.
En definitiva, lo mejor es no olvidar que la conocida máxima que dice que la mejor carta de presentación es la honestidad, no es sólo un dicho de moda.