‘Ménage à trois’

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El viernes me propusieron hacer un trío. Fue durante una cena-reencuentro con mis compañeros del colegio, a los que hacía mil años que no veía.

Decidí sentarme con los hombres después de oír las conversaciones que tenía el sector femenino sobre pañales y vestidos de novia. Y después de que me soltaran el “¿y tú, aún no te has casado?” más incómodo de mi vida.

Entre los tíos era todo mucho más divertido. Hablamos de sexo durante horas y empezamos a contar nuestras anécdotas de cama más bochornosas. Me reí muchísimo, mientras notaba como Mario (el chico popular de clase que nos tenía a todas locas) me miraba más de lo normal.

No sé si me había dado nunca tanta vergüenza hablar con alguien del sexo opuesto. Se me venían a la cabeza todas las notitas de “amor” que le dejábamos en el cajón de su pupitre, o las veces que íbamos a ejercer de sus cheerleaders particulares cuando había partido de fútbol.

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