Ver cómo los tres llegábamos al orgasmo a la vez fue una de las mejores experiencias sexuales de mi vida y el post-polvo, el más divertido sin ninguna duda. Empezamos a reírnos a carcajadas mientras nos fumábamos el piti de rigor. Reímos de satisfacción, de gusto y de emoción tras la montaña rusa de sentimientos que había significado aquella relación.
En vez de dormir, bajamos al salón a terminarnos el cava y a picotear algo. Bailamos durante horas a ritmo de jazz y rock and roll, y comentamos nuestro ménage à trois con una naturalidad increíble. Aunque me plantearon la posibilidad de repetirlo algún día, yo dije que prefería no hacerlo. Un trío es una forma de romper con la rutina de pareja, experimentar y abrir la mente, pero que en el momento en que se hace más de una vez deja de tener su encanto y puede acarrear problemas.
Hoy me ha llamado Alba. Me ha dicho que este fin de semana ha sido de película, que ella y Mario han recuperado toda la pasión perdida con el paso de los años. Que se han pasado dos días haciendo el amor como locos y que, gracias a mí, se había acabado la monotonía en su matrimonio. Me ha hecho tanta ilusión que llevo horas sin poder quitarme la sonrisa de la boca.