Decenas de escenas de películas han demostrado que la situación es viable y, como se suele decir, la realidad supera siempre a la ficción. Buscar dónde aparcar para evitar que nadie arruine la diversión e incluso optar por calentar el ambiente estando en marcha –con cautela, que esto es una infracción y podrían multarnos– pueden ser aderezos la mar de estimulantes para que el sexo resulte apasionado y divertido.
3 Bajo las estrellas
A todos nos gusta mirarlas, pero si desviamos la atención del cielo para concentrarnos en retozar con nuestro acompañante podemos disfrutar una sesión de astrología bastante diferente. Cubiertos con una manta, notando el aire fresco de la madrugada, tumbados sobre una manta… Una experiencia única que, por qué no, tampoco hay que esperar a que caiga la noche. Un polvo improvisado sobre el césped en una tarde de verano también es un lugar diferente a la cama aunque igualmente cómodo y acogedor si sabes dónde ir.
4 En casa de un amigo (o familiar)
Sí, no es en el exterior como los anteriores, pero no es ni una preparada habitación de hotel ni tu conocido dormitorio. Un encuentro sexual en casa de algún conocido cuando este no está, porque, por ejemplo, se ha marchado de fin de semana, incluye los excitantes de estar en un lugar relativamente desconocido en el que no sabemos cómo reaccionarán los vecinos, dónde podemos colocarnos o incluso desconocemos tras qué puerta está el baño. Además, la próxima vez que vayas a esa casa a una fiesta, puedes compartir miradas cómplices con tu pareja para recordar aquella tarde de pasión y, quién sabe, incentivar que se produzca un nuevo encuentro improvisado. Eso sí, mejor al llegar a casa o en el coche que en mitad de la celebración.
5 En la ducha
Para los menos aventureros hay muchas opciones de innovar sexualmente sin salir de casa. Si nos atrae la idea de que nos puedan ver, la terraza o el balcón son las mejores opciones, practicar la placentera postura de la mariposa sobre la mesa del comedor, usar el ascensor para los preliminares o, como enunciábamos, aprovechar la ducha y el abanico de herramientas que podemos encontrar en la misma. Desde la alcachofa y las distintas presiones y temperaturas del agua hasta probar los tactos de los geles para masajearnos y acariciarnos. Eso sí, mucho cuidado con los resbalones, el sexo bruto lo dejamos para, quizás, el próximo ‘finde’ en la playa.