1) Culo inclinado
Ella debe acostarse boca arriba, con las piernas apoyadas sobre tus hombros. Tú, lector, estarás de rodillas y te deslizarás dentro de ella. Deberás levantarle el trasero con las manos para que encaje adecuadamente en tu pene. Si vais a estar un rato, mejor pon una almohada bajo su coxis, así no tendrás que sujetarla y hará el mismo efecto. Que ella tenga algo para elevar la pelvis también es bueno para que puedas dejar tus manos libres, con las que podrás tocarle los pechos, el vientre, el clítoris, peinarte, incluso. Si a ella le gusta que le comas los pies, no dudes en hacerlo, pues los tienes más ‘a boca’ que nunca.
2) En torre
Esta es muy cómoda para los hombres. Os sentaréis normal y ellas harán todo el trabajo, así disfrutaréis más de una penetración profunda. En esta postura, ella está de espaldas a vosotros, de rodillas inclinada hacia delante. Sus manos estarán apoyadas en el suelo. Tendrás unas vistas estupendas de su trasero. ¿Consejos de experto? El primero, no lo hagáis si ella es poco flexible; y segundo, puedes aprovechar para tocarle el ano.
3) La postura ‘yogui’
La tercera es un poco complicada. Ella debe apoyar su espalda en la cama y elevar el tronco con las piernas dobladas hacia atrás, que acabarán al lado de su cabeza. Es como la posición del arado de yoga. (Te has quedado igual, lo sabemos). Tú estarás de rodillas, agarrando su trasero mientras la penetras. Una cosa, no seas muy bruto porque puedes hacerle daño en el cuello, así que despacito pero profundo. Si ves que pasados unos minutos necesitas más caña, pues cambiad de postura, a la cuarta que te contamos a continuación, por ejemplo.
4) La carretilla horizontal
En esta tendrás que trabajar un poco más, pero es muy cómoda. Ella debe estar boca abajo tumada en la cama, mientras tú le coges las piernas y las elevas a la altura de tus caderas mientras la penetras desde atrás. Y, lo de siempre, puedes usar las manos para conocer otros montes femeninos, o darle cachetes. Eso ya al gusto del consumidor.
5) El doble nudo
En la quinta y última, ella está acostada boca arriba con las piernas ligeramente abiertas. Tú, el hombre, te apoyas sobre ella en diagonal, como una X, dejando así vuestras piernas entrelazadas. El hecho de tener vuestras caderas bien pegadas y unidas hará que descubráis nuevos puntos sensibles. Además, esta postura es perfecta para que ella llegue al orgasmo, pues a la vez que la penetras le estás rozando el clítoris.