Experimentos actuales han utilizado vídeos de alta velocidad para entender cómo se comporta el pie cuando corre sin calzado y las diferencias que aparecen cuando utilizamos zapatillas. Las investigaciones demuestran que cuando el pie corre descalzo contacta con el suelo de forma diferente. Ya no es el talón quien soporta el peso inicial, sino que éste se reparte más hacia la zona del antepié cercana a los dedos.
Según el doctor de Harvard, Daniel Liberman, este movimiento provoca menos daño biomecánico y estructural de la extremidad inferior, disminuyendo así el riesgo de sufrir patologías a ese nivel.
Nace así una nueva noción, una nueva idea, una nueva metodología en los corredores. Aparece y cada vez se expande más y más los conceptos de barefoot o calzado minimalista.
Christopher McDougall, en su libro Born to Run explica cómo nuestros pies llevan corriendo millones de años descalzos y nuestro organismo tiene los mecanismos necesarios para que esto puede seguir produciéndose así. De hecho, McDougall afirma como los mejores corredores de larga distancia son los indios de Tarahumara que arrancan a correr descalzos o con suela fina.