De entrada, podemos decir que las carnes rojas van mejor acompañadas con un vino tinto de buen carácter, que con vinos blancos de sabor delicado. El Malbec o el Cabernet Sauvignon se combinan muy bien con carnes rojas o blancas especiadas, que han sido cocinadas a las brasas o son muy sazonadas. El Bonarda también funciona para este tipo de alimentos.
Vinos como Garnacha, Cariñena, Juan Ibáñez o Monastell, también se adaptan bien, debido a su poder. Otras variedades, como Syrah o Zinfandel, pueden funcionar, por su sabor festivo. Los vinos curtidos y maduros como los riojas y riberas de crianza a gran reserva son también una buena opción.
Cuanto más complejo sea el tipo de carne y la forma de preparación, mayor cuerpo debe tener el vino que elijas. Por ejemplo, si se trata de un buen filete a la parrilla, deberás elegir un Cabernet Sauvignon; pero si se trata de un corte más magro, como el filete mignon, le irá bien el Merlot o el Pinot Noir.