Un Riesling o un Asti son perfectos para un postre ligero que tenga como base crema de mantequilla o natilla y en los que resalte la vainilla. Si la base es de frutas y canela, elige un vino Sauternes o champaña rosada.
La champaña, Cava o un Prosecco, dada su versatilidad es la solución perfecta para combinar con cualquier postre, desde frutas naturales hasta las más elaboradas tartas.
El Tokaji es excelente para postres con dátiles, nueces e higos, mientras que para un pastel de manzanas o duraznos, el vino de hielo es la elección correcta.
A final de cuentas, lo principal para logra un maridaje exacto y que sea también innovador, es que combines muy bien los ingredientes, pero sobre todo, que haya una buena combinación con tu acompañante… Si lo logras, ¡serás un campeón!
Fuente: La Guía del Varón