Se acabaron los corazones solitarios: los robots del futuro serán capaces de amar. En esta teoría cree firmemente Hooman Samani, director del Laboratorio AIART (Artificial Intelligence and Robotics Technology Laboratory) y profesor asistente de la Universidad Nacional de Taipei (Taiwan). Según él, la inteligencia artificial estará pronto en grado de simular y corresponder a los sentimientos humanos. ¿Será verdadero amor?
Samani es el principal impulsor de la «Lovótica» (love + robótica), es decir, el estudio multidisciplinar de la interacción emocional entre robots y seres humanos. Desde el año 2008, Samani está trabajando en el modo de crear robots emotivos que no solo estén en grado de reconocer los estados de ánimo de los humanos, sino también de responder en consecuencia a ellos.
El secreto consiste en dotar a los robots de una versión artificial de las hormonas humanas del amor (como la oxitocina, la dopamina, la serotonina o las endorfinas) que aumentan o disminuyen según el nivel de afecto. Además, son capaces de percibir las manifestaciones afectivas de los seres humanos a través de la lectura de las expresiones del rostro, el tono de la voz, los gestos pero también la presión sanguínea y la temperatura corpórea.
Según los estímulos externos demostrados, los robots pueden expresar amor y felicidad, pero también celos, disgusto, rabia u otras emociones. Estos sentimientos son transmitidos a los humanos a través de movimientos de aproximación o distanciamiento, señales sonoras, vibraciones, o coloración de luces LED.
Para calcular la probabilidad de amor entre el hombre y el robot, se utilizan parámetros como la proximidad, la similitud, la convivencia, la simpatía recíproca o la atracción. La Lovótica es un proyecto multidisciplinar que se inspira en conceptos fundamentales de filosofía, psicología, biología, antropología, neurociencia, ciencias sociales, robótica, informática, ingeniería e inteligencia artificial.
Robots que pueden amar y ser amados. Que son capaces de interpretar y transmitir sentimientos. Tal vez estemos ante una nueva forma de relación sentimental.