Por detrás de los órganos íntimos y los labios, en lo más alto del ranking se sitúan orejas, muslos interiores y hombros. Los hombres también encuentran altamente eróticas las manos, mucho más que las mujeres, y la parte posterior de la pierna. Pero a parte de estas pequeñas divergencias entre los dos géneros, los investigadores observaron que las respuestas eran muy parecidas entre todos los encuestados, a pesar de que éstos fueran de raza, edad, nacionalidad u orientación sexual diversa.
Otra de las conclusiones del estudio es que las mujeres solo cuentan con una modesta ventaja respecto a los hombres en cuanto a la cantidad de zonas erógenas que poseen. «Mucha gente asumía que los cuerpos de las mujeres están llenos de zonas erógenas y que los hombres tienen sólo una, la más obvia», declaraba el profesor Turnbull, «pero sin duda las diferencias de sexo han sido enormemente exageradas».
El proyecto pretendía responder a la pregunta de por qué el mordisquear el cuello provoca una respuesta sexual y no la frente o la cabeza, cuando los tres tienen los mismos receptores sensoriales. Así, el profesor Turnbull sostiene que esta investigación sugiere que hay una parte completamente diferente del cerebro que es la que controla nuestros puntos «picantes».