En general, estos parches incluyen en su composición sustancias muy variadas, todas encaminadas a reestructurar y regenerar la piel devolviéndole, en pocos minutos, una mayor suavidad y luminosidad.
Colágeno, retinol, ácido hialurónico, vitaminas, extractos vegetales… son algunos de los elementos que, adheridos a la piel, obran verdaderas maravillas en un rostro fatigado o en uno en el que empiezan a hacerse demasiado evidentes las pequeñas líneas de expresión.
También tienes los parches corporales destinados, principalmente, a reducir grasas mediante su acción drenante progresiva, que consigue eliminar el exceso de líquidos, toxinas y, por supuesto, lípidos. En este caso, la cafeína, carnitina o determinadas algas como el fucos no faltan entre los ingredientes básicos.
A diferencia de lo que ocurre con los faciales, los parches transdérmicos anticelulíticos no ofrecen un resultado inmediato. Para que funcionen, es necesario llevarlos «puestos» las 24 horas, al menos una semana (sigue las indicaciones del fabricante). Son fáciles de utilizar, no resultan molestos y permiten desarrollar la actividad cotidiana con total normalidad.