«Las historias dan forma a nuestras vidas y, en algunos casos, ayudan a definir a una persona. Queremos entender cómo éstas se meten en nuestro cerebro, y lo que hacen con él». Así explicaba el neurocientífico Gregory Berns el objeto de su investigación, con la que pretendía averiguar cómo afecta a nuestro cerebro la lectura de una novela.
Berns y su equipo de la Universidad de Emory (EEUU), obligaron a 21 estudiantes a leer Pompeya (2003), una novela de Robert Harris sobre la famosa erupción del Vesubio en esta ciudad italiana. Durante 19 días se tomaron imágenes de sus cerebros mediante resonancia magnética funcional. Antes, mientras y al terminar la lectura.
Al analizar los resultados, los investigadores vieron una conectividad intensificada en la corteza temporal izquierda, el área relacionada con la recepción del lenguaje. También apareció una mayor conectividad en el surco central del cerebro, que tiene que ver con las sensaciones corporales y la empatía.