¿Has decidido invertir la tarde del viernes o la mañana del sábado para -nada menos- que ir a mirar muebles con tu pareja? ¿Tu partenaire y tú entráis cogidos de la mano y dos horas más tarde cada uno sale por una puerta diferente, con cara de cabreo y echando humo por las orejas?
Si te sientes identificado con estas preguntas, ¡bienvenid@! porque seguramente llevas mucho tiempo esperando este artículo.
Aunque todos hemos caído rendidos a los encantos de las tiendas de muebles que te prometen convertir tu casa en la capital mundial de la elegancia, lo cierto es que hay que prepararse casi a conciencia para salir de una tienda de muebles con la misma pareja con la que entraste. Hoy te cuento esas lecciones de vida y de pareja que debes llevar bien aprendidas de casa.
#1 Es más fácil salir de las drogas que de Ikea
No te engañes (ni dejes que tu pareja lo haga), no hay nada menos cierto que eso de «vamos a Ikea a dar una vuelta y en media hora estamos fuera». Y es que una cosa es ir a ver muebles y otra muy diferente es ir a Ikea: allí (y no preguntéis por qué) tenemos la gran necesidad de ver todo, tumbarnos en cada cama, sentarnos en cada sofá y abrir cada armario… las malas lenguas dicen haber visto señoras de Cáceres o Valencia ojeando los libros en sueco de las librerías porque sí, porque hay que verlo todo y más. Por un extraño motivo, la fuerza de la gravedad opera de forma diferente para los suecos impidiéndonos estar allí menos de 3 o 4 horas.