Es importante conocer los distintos tipos de grasas que contienen los diferentes alimentos para poder establecer tu propia dieta saludable. Para funcionar correctamente, tu cuerpo también necesita la adecuada ingesta de lípidos. Según los expertos, el consumo diario de grasas debe rondar el 30% del total de tu alimentación pero, de este porcentaje, las grasas saturadas (las “malas”) no deben superar el 10% (cuidado con el exceso de carnes o con los embutidos).
Por su parte, las trans (las “peores”), simplemente no deben formar parte habitual de la dieta diaria. No se trata de no comerlas jamás, no tienes que renunciar a un aperitivo con sus correspondientes snacks o a un capricho en forma de bollo industrial, pero estos productos han de ser una excepción, algo siempre esporádico.
En cambio, las grasas insaturadas son necesarias no solo como fuente indispensable para obtener la energía necesria, especialmente en el caso de personas que, como tú, practican una actividad física destacable, sino también como fuente para conseguir los ácidos esenciales Omega 3 y Omega 6 (ácidos que el organismo no es capaz de producir por sí mismo). Además, sin la presencia de este tipo de grasas, las vitaminas liposolubles (A, E, D) no podrían ser absorbidas correctamente por el organismo.