Este microscópico ‘bicho’, que pronto podría resultarnos más simpático que el compañero de trabajo que siempre nos presta el cargador, responde al nombre de Shewanella oneidensis y puede hallarse en abundancia en ríos como el Amazonas o mares como el Báltico.
En el caso de que esta investigación siga dando frutos, sus autores destacan que esta nueva biotecnología sería útil tanto para móviles, tablets y ordenadores como para generar electricidad en lugares inaccesibles o entornos hostiles.
Así pues, muy pronto podríamos guardar definitivamente el cargador de nuestro móvil en el cajón en que suele acumularse la maraña de cables de otros trastos viejos. Eso, claro está, si no tenéis reparo en ‘bailar’ cheek to cheek con la fascinante Shewanella oneidensis.