Al final de la contienda, cuando la isla cayó en manos británicas en 1945, Lamborghini fue hecho prisionero y no pudo regresar a su casa hasta un año después. Y cuando por fin pudo volver, los problemas para Ferruccio no terminarían. Se casó pero su esposa falleció al dar a luz a Antonio, su hijo.
Mucho mejor le fue en el terreno de los negocios. A lo largo de los años 50, Lamborghini se convirtió en un importante fabricante de tractores y de sistemas de calefacción y aire acondicionado.
Amante de los coches de lujo, poco a poco fue acumulando una importante flota de joyas de cuatro ruedas, pero su formación técnica le convertían en un usuario muy crítico y exigente.
Sobre los Maserati, por ejemplo, Lamborghini decía sentir mucho respeto por su fundador, un hombre como él hecho a sí mismo como Adolfo Orsi, pero consideraba que sus coches no corrían lo bastante y eran demasiado pesados.