Debes elegir un cepillo adecuado a tus necesidades y sobre todo a tu sensibilidad bucal. Las cerdas han de limpiar en profundidad sin dañar el esmalte y sin causarte pequeñas lesiones en las encías. El cepillado ha de tener una duración de al menos 2 minutos e incluir las distintas áreas de la boca: los dientes superiores e inferiores (cara interna y externa), la línea de unión con las encías y la lengua.
Un enjuague bucal o colutorio una vez al día puede ser el complemento perfecto para conseguir eliminar cualquier bacteria y lograr un aliento más fresco.
Puedes elegir un cepillo eléctrico (especialmente recomendable si tienes problemas de acumulación de sarro) o manual. En este último caso, es importante cambiarlo con relativa frecuencia (máximo cada tres meses).
Como consejo, ten en cuenta que la visita al dentista y la limpieza de boca anual es una recomendación que vale la pena seguir.