Por ejemplo, durante la menopausia es esencial disminuir su cantidad en la dieta. Las enfermedades que exigen una dieta baja en sodio incluyen insuficiencia renal, cardíaca y hepática, edemas, diabetes mellitus, tratamiento con glucocorticoides etc.
No obstante, la enfermedad ‘estrella’, en la cual controlar el aporte de sodio es un objetivo prioritario y forma parte de su tratamiento médico habitual, es la hipertensión arterial.
También hay situaciones en las que bajo ningún concepto podemos disminuir nuestro aporte de sodio, como son el embarazo, diarreas y vómitos importantes o hipotiroidismo.
Es importante recalcar que no sólo la sal contiene un alto porcentaje de sodio. Otros alimentos desaconsejados son: salsas, carnes ahumadas, zumos envasados, pescados en conserva, bollería industrial, patatas fritas o la charcutería.
Y recuerda, la sal no engorda, no aporta calorías; pero si controlas su ingesta podrás evitar una de las principales causas de muerte en nuestro país, las enfermedades cardiovasculares.