La obesidad

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Imagina que tienes que llevar tu coche al lavadero. Al recogerlo, todo a primera vista está fabuloso, la tapicería está reluciente y las ruedas brillan como nunca. Pero, de repente, te das cuenta como los limpiadores han introducido toda la mugre debajo de tus alfombrillas, en el maletero y en la guantera.

Está claro, estoy convencido de que jamás volverás a llevar el coche a ese lavadero. Y más aún, la próxima vez que lleves el coche a lavar te surgirá la desconfianza de si de verdad merece la pena.

Algo así sucede cuando hacemos dietas depurativas de una semana, la dieta de la piña, o cualquier otra dieta milagro que se nos ocurra citar.

Se intenta tratar la obesidad directamente sobre la mesa, y aunque las calorías se encuentran al final de la cuchara, el problema radica en el impulso que nos hace comer como comemos, y en la mala información que poseemos.

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