Estaremos en un pequeño país de gente pacífica, sosegada en su ritmo de vida, y muy arraigada a sus costumbres, a pesar de los diversos orígenes étnicos de los que proceden. En Victoria, la capital de Mahé, conviven sin recelos hombres y mujeres procedentes de tres continentes.
Grandes mercados de pescados, frutos exóticos y especias, forman parte del paisaje urbano de Victoria, con poco más de 20.000 habitantes, y donde todo es pequeño, pero vistoso y curioso.
Al salir de Victoria, la inalterable calma de selva y mar vuelven a invadir todo el espacio. Sus preciosas calas de mar azul y arena blanca están adornadas de paredes de rocas y flora salvaje.
De la mano del despegue turístico, se han construido a lo largo de la costa de la Isla de Mahé, modernos hoteles conformados por chalets privados con todos los servicios que requiere el turista más exigente.
A pesar de los ingresos que implica el turismo occidental para la economía de las Seychelles, las autoridades del país han diseñado un plan de recepción destinado y pensado para un turismo de calidad, que respete las riquezas de la isla, y no sea masificado y problemático.