La apasionante historia del origen de los nombres de los huracanes

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Aunque ahora se informe de ello a tiempo real, el registro de hucaranes y tifones en la historia es bastante más antiguo que los modernos métodos con los que hoy se predicen estas tormentas. De hecho, hay que remontarse a los primeros colonos españoles en América para encontrar el origen de esta afición a poner nombres concretos a estos fenómenos naturales, que recibían el suyo en las crónicas como hasta hace no mucho lo recibían todas las personas que nacían dentro de nuestras fronteras: en honor al santo o santa correspondiente al día en el que ocurrían.

Claro que no fue hasta principios del siglo pasado cuando los avances científicos permitieron predecir estas tormentas cuando un meteorólogo australiano llamado Clement Wragge decidió que era necesario encontrar un sistema para nombrarlas dado que se empezaría a hablar de ellas mucho antes de que provocaran destrozos al tocar tierra. Decidió que lo mejor era hacer una lista de nombres ordenados alfabéticamente, es decir, la primera tormenta del año tendría un nombre que empezara por A, la siguiente uno que empezara por B, y así hasta llegar a la Z. El problema es que el gobierno australiano se negó a apoyar esta iniciativa, agravio del que Wragge se vengó poniendo el nombre de esos mismos políticos a las tormentas.

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