En aquella época los cristales de los relojes de pulsera no tenían la resistencia de los actuales, por lo que cualquier pequeño golpe podía ser un desastre.
Los socios de Jaeger-LeCoultre vieron una oportunidad y crearon la patente del Reverso, un reloj de pulsera que tenia una caja reversible en sí misma. Permitiendo tener resguardado el frágil cristal cuando su propietario no precisará su consulta. Era como llevar una pulsera con un reloj escondido en su interior.
El Reverso, tenía una caja de forma rectangular, muy acorde con la moda del momento y un diseño de esfera de estilo Art déco. Al mismo tiempo, la personalización de la caja en la cubierta posterior que se lucía cuando el reloj estaba escondido y versiones tanto para caballero como para dama, acabó de lanzar el reloj al estrellato entre las clases pudientes de toda Europa y América, que se apasionaban por los deportes pero no querían perder su elegancia.