Sin embargo, los resultados mostraron algo extraño. La inteligencia hace que suba significativamente el atractivo de las personas, pero tan solo hasta llegar a un CI de 120 (una puntuación de inteligencia que solo iguala o supera una persona de cada 10). Cuando se pasa de largo este nivel de CI, la importancia de la inteligencia en el atractivo se desploma. Es decir, la habilidad mental de las personas a la hora de solucionar problemas mediante el intelecto no es algo que añada atractivo en personas extremadamente inteligentes. ¿Por qué?
Una relación de igual a igual
Está claro que la inteligencia conlleva muchas ventajas, y que normalmente esas ventajas son aprovechadas tanto por quien es inteligente como por aquellas personas con las que quien tiene un alto CI tiene un trato positivo. Sin embargo, también es cierto que en las relaciones, sean fugaces o estables, la simetría es importante.
Quizás por esto, la inteligencia puede llegar a ser algo que distancie a las personas que son muy diferentes en este aspecto. Los resultados de este estudio muestran que la sapiosexualidad sí puede tener una base empírica, pero que esta tiene sus límites, y por otro lado las conclusiones refuerzan la idea de que el exceso de rasgos atractivos o muy valorados en la mayoría de las situaciones, pueden tener un efecto negativo.