Esta división también conllevará que siempre exista un punto débil, por lo que en ningún momento podremos sentirnos plenamente seguros, elevando el nivel de dificultad respecto a anteriores entregas. Además, el catálogo de movimientos se verá claramente ampliado, pudiendo incluso correr para escalar paredes gracias a la energía del neón. Los controles serán suaves y fluidos y no faltarán acciones a realizar a través del panel táctil de nuestro Dualshock 4.
Como indicábamos al principio, el karma volverá a ser uno de los puntos fuertes del juego, si bien en esta ocasión no se limitará a decisiones tomadas en momentos puntuales, sino que cada uno de nuestros movimientos y decisiones nos llevarán por el buen o el mal camino. Matar o herir a un enemigo, por ejemplo, nos hará evolucionar en uno u otro sentido, definiendo el desarrollo de la historia.
En cuanto al apartado gráfico, el hecho de tratarse de un título desarrollado únicamente para PS4 lo sitúa claramente por encima de otros lanzamientos maquillados para pasar de la generación antigua a la nueva. La texturas son extremadamente nítidas y los juegos de luces y reflejos en agua y cristales son una buena muestra de lo que puede llegar a dar de sí la máquina de Sony a medida que las desarrolladoras vayan descubriendo su potencial y sus límites.