Luego están los tíos didácticos, para los que hablar de sexo oral es que te cuenten «cómo se hace una buena mamada», aunque tú les hayas dicho mil y una veces que no te acabas de caer del guindo y ya sabes de qué va el tema.
La cosa es que se ofenden si empiezas tú a decirles lo que tendrían que hacer ellos durante el cunnilingus, pues yendo de sobrados te contestan que su lengua «es una máquina» y empiezan a hacer gestos desagradables. O lo que es peor, sueltan aquello de: «Te lo demuestro cuando quieras».
Creo que en las tías se podría aplicar el mismo criterio. Están las inseguras con sus vaginas y su olor corporal, las ultralimpias que detestan el sabor natural de los órganos sexuales, las groopies del cunnilingus (que seguro que haberlas haylas), y las sobradas que presumen de técnica. Desde luego, esto del sexo oral es todo un mundo.