Sin venirnos más arriba, lo cierto es que la zona de los pies es una de las más cotizadas por cientos de fetichistas que disfrutan de lo lindo mirando, tocando, mordisqueando o lamiendo las extremidades de sus acompañantes. Y si pasamos del masaje erótico al pisoteo será una forma sencilla de añadir algo de dominación y sumisión a nuestros juegos sexuales.
Se mira pero no se toca
El voyeurismo es uno de los fetiches más comunes, pero peor vistos. Y no es de extrañar si tenemos en cuenta que esta tendencia incluye excitarnos observando a personas extrañas practicando sexo, pero sin que nos puedan ver. De hecho, tal y como demostró una investigación publicada en la revista ‘Archives of Sexual Behavior’, más del 10% de los hombres reconoce haber tenido al menos un comportamiento ‘voyeur’ alguna vez en su vida.
Nadie dice que os pongáis a espiar a los vecinos, ni mucho menos. Pero ver algo de porno juntos puede aliviar esas ansias de ver como otros cuerpos desnudos se excitan y practican sexo. Otra idea: observar a tu pareja mientras se ducha o masturba fingiendo que ninguno de los dos es consciente de la presencia del otro, aliviará tu fantasía oculta.
Mueve su ‘cucu’
No necesariamente relacionado con el sexo anal, la fantasía de mirar, tocar, agarrar e incluso oler las nalgas de otro o palparlas con firmeza, se encuentra entre uno de los fetiches más comunes. Y hasta tiene nombre: la obsesión por tocar culos se llama pygophilia, y aunque es mucho más común en varones, tanto heterosexuales como homosexuales, también hace las delicias de cientos de mujeres que ansían que les agarren el culo cuando mantienen relaciones sexuales. Claro que son demasiadas las que se sienten un poco avergonzadas por querer una cachetada a tiempo, y optan por callar.