De esta manera, las células grasas (adipocitos) literalmente, se «congelan» y se destruyen por cristalización. Una vez destruidas, los lípidos contenidos en esas células se irán eliminado de manera gradual y natural a través del sistema linfático en un periodo de tiempo que oscila entre dos y cuatro meses.
La principal diferencia con la liposucción radica en que la criolipólisis no licúa y extrae la grasa sino que ataca directamente a las células responsables de la formación del tejido adiposo de manera selectiva, es decir, sin afectar al resto de tejidos. En teoría, la grasa no volverá a formarse siempre que se lleve una dieta y unos hábitos saludables que incluyan un mínimo ejercicio físico.
El tratamiento puede seguirlo cualquier persona sana (previo examen médico que estudie cada caso) y el número de sesiones necesarias para que sea efectivo puede ser de entre una y cuatro. La reducción de centímetros se aprecia pasadas unas semanas, ya que, el organismo necesita del tiempo suficiente para eliminar los restos lípidos a su ritmo.
