Un ejemplo muy claro de cómo es el cuerpo quien, a veces, toma el control gracias al número incansable de veces que realizas una acción, es cuando se te olvida un número de teléfono, pero al coger tu móvil, y sin pensar, tecleas los dígitos. ¿Qué está pasando? Conscientemente no lo recordabas pero has llamado a esa persona tantas veces que el cuerpo sabe más que el cerebro.
Así es como se establecen nuestros automatismos. Equivocarte en la salida de la autovía cuando vas al centro comercial porque estás acostumbrado a tu camino diario de casa al trabajo, es otro ejemplo de cómo el cuerpo nos guía en determinadas situaciones.
El 90% de la población se critica cuando se mira al espejo. Nos comportamos como si odiáramos nuestro cuerpo, como si despreciáramos nuestros “michelines”, nuestra grasa de más en las piernas o en los glúteos. Nunca permitirías rodearte de personas que se pasaran la vida criticándote, sin embargo, nadie te exige, te machaca, ni te grita tanto como tú mismo.