Hacer la compra antes era la cosa más normal del mundo y ahora se ha convertido en una clase de nutrición y ciencia con la calculadora en la mano. Tu madre te mandaba a comprar y el carnicero sabía lo que te llevabas. Ahora nadie responde a tus dudas cuando miras todas y cada una de las bandejas de un mueble lleno de carne. ¿Cómo quedará mejor esta muslo de pollo? Suerte si alguien te mira, raro será si alguien te contesta.
Los fines de semana se comía paella, cocido, fabada… la siesta era obligada, comías palomitas en el cine, cenabas hamburguesas, y el lunes estabas como una rosa. No había pasado nada y tu nutrición no estaba en peligro.
Ahora hay que cocinar a baja presión, leer el libro de instrucción del nuevo robot que te dará una espuma rosa de cada plato y dejar los alimentos al sol durante siete lunas para aprovechar todo su potencial.
La vida deportiva ‘xennial’
En los años ‘80 y ’90 ibas a la montaña de excursión, con cualquier ropa, una gorra de publicidad y una cantimplora. Ahora hay que hacer un estudio técnico de calzado, permeabilidad, mochilas hidratantes, litros y tiempo de exposición al sol…