Tus fetiches sexuales desvelan tu verdadera personalidad

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Fetichismo: desviación sexual que consiste en fijar alguna parte del cuerpo humano o alguna prenda relacionada con él como objeto de la excitación y el deseo. Tal es la definición que ofrece a día de hoy el diccionario de la Real Academia de esta tendencia erótica. ¿En pleno siglo XXI tiene sentido, sin embargo, hablar del fetichismo como parafilia?

La mayoría de sexólogos reconoce que todos somos más o menos fetichistas. Ya en los estudios clásicos del psiquiatra Krafft-Ebing o del psicólogo Alfred Binet se conectaba esta forma de excitación con experiencias de la pubertad y de la adolescencia y se reconocía que los actos del fetichista eran involuntarios e impulsivos.

Nos encontramos en un modelo muy distinto al de hace unas décadas en el que es más sencillo aceptar con naturalidad las filias sexuales de cada uno. El doctor Stephen Snyder asegura que al contrario de lo que cree la mayoría, tener un fetiche no tiene nada de extraño o extravagante y es algo que ni debería avergonzar a nadie ni se tendría que mantener oculto en la pareja. De hecho, una de las maneras para que el sexo no se vuelva monótono está precisamente en permitir que estas pequeñas perversiones se vean de alguna manera estimuladas y cumplidas entre las sábanas (o incluso fuera de ellas).

Pies

Se trata, probablemente, de una de las obsesiones más difundidas entre los comunes mortales. Según la educadora sexual Nichi Hogson: “Es menos raro de lo que se cree que los pies sean un fetiche. Algunas investigaciones establecen que ciertas áreas del cerebro relacionadas con ellos se encuentran muy próximas a aquellas conectadas con los genitales”.

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