Ya me estoy preparando psicológicamente para lo que me va a soltar mi familia durante las comilonas navideñas. Retumba en mi cabeza todos los días, la cosa empieza con el inocente «¿cómo vas de amoríos?» y acaba como el rosario de la aurora: «¿no tienes novio aún?», «ya hace mucho tiempo que lo dejaste con el último», «que tienes 30 años», «yo a tu edad ya tenía tres críos»… Sólo de pensarlo me sale urticaria.
A ver si el 2016 me trae un amor nuevo, que ya me toca. O, por lo menos, uno de pega que cuele en la próxima reunión familiar.