Esta conjunción hidrográfica y montañosa da lugar a una identidad única, la identidad de una comunidad que no pide a gritos que la visiten, pero los que llegan a ella no tienen cabida para el olvido, y siempre pensarán en regresar.
Extremadura posee un ADN marcado por los espacios naturales, y esto le permite mostrarnos un horizonte marcado por lugares como el Parque Nacional de Monfragüe, los Parques naturales de Cornalvo y Tajo Internacional, la incomparable Reserva Natural Garganta de los Infiernos, geo-parques, monumentos naturales, y gran cantidad de zonas especiales para protección de la fauna.
Pero Extremadura no sólo es naturaleza, montañas, lagos, playas y ríos cristalinos, sino que atesora resabios del imperio que ocupó sus tierras. Sin duda, el Imperio Romano dejó en la antigua provincia de Lusitania (hoy Extremadura) un legado histórico y cultural de calado. El Teatro Romano de Mérida o el acueducto de Los Milagros son solo dos muestras de ello.
Entre los destinos más destacados de esta atractiva comunidad se encuentra el Parque Natural del Tajo, en el que el turista podrá gozar de 50.000 hectáreas de espacio protegido dentro de cuyos límites conviven 50 especies de mamíferos y 181 de aves, entre los que sobresale el buitre negro.