Las tienes de distintas texturas, longitudes y colores y también puedes elegir entre varios tipos de fijación a la hora de sujetarlas. Entre las técnicas más habituales están: coser o trenzar las extensiones entre el propio cabello (a la altura de la raíz), fijarlas a cada uno de tus mechones mediante el sellado con calor o la fusión en frío con ultrasonidos, o adherirlas al propio cuero cabelludo utilizando un «pegamento» específico para este fin.
Las de cabello natural son las más recomendables y la mayoría de los estilistas coinciden en que si quieres llevar unas extensiones temporales, (tres-cinco meses), lo más aconsejable es elegirlas de una textura y longitud similares a las de tu propio pelo.
La razón está en que las extensiones tienen un peso determinado que «tirará» de tus fibras capilares naturales (o de tu cuero cabelludo) y, si ese peso es excesivo, podría dañarlas (partirlas), incluso provocar su desprendimiento (caída). Este es el principal argumento de los que defienden que el uso continuado de extensiones no es en absoluto recomendable. ¡Tú decides!