Como consecuencia hay quienes se vuelven algo cercano al experto o gran maese y crean con facilidad un método que va desde el primer punto de la seducción hasta el último detalle de la fornicación. Sin embargo, en ese ejercicio liberador y próximo a lo erudito, no se hacen esperar los pequeños errores de la soberbia, egocentrismo o fantasía; haciendo del encuentro un desastre en vez de un deleite en honor a esa nueva persona con la que se coopera en la cama.
Compartir por vez primera los acontecimientos propios de la desnudez entre sábanas no es un empeño sencillo. Si no se tiene el tacto correcto –en cualquier sentido–, esa experiencia que de principio debería ser completamente deleitable es fácil de tornarse entonces en un episodio de vergüenzas, tropiezos, errores o malos recuerdos.
¿Cuáles son específicamente y por qué deberíamos evitarlos?
– Pensar que la iniciativa depende de uno solo