El problema aparece al sobrepasar cierto umbral de entrenamiento, a partir del cual el sistema inmune se ve alterado debido. Esto ya fue estudiado hace más de una década en la Universidad de Queensland (4), donde se plantearon valorar los efectos del ejercicio en parámetros inmunes.
Los resultados mostraron cómo el ejercicio de intenso perjudicaba las concentraciones de varios tipos de nuestras células de defensa, así como de sustancias químicas que modulan la respuesta inmune (citoquinas). Estas sustancias, como se vio en más estudios, indican que tras ejercicios extenuantes los deportistas tienen una respuesta inmune, tanto natural como adaptativa, atenuada (5-8).
Otro estudio interesante lo realizaron científicos del Athletic Club de Bilbao (9), en el que analizaron multitud de parámetros hormonales (testosterona, cortisol, catecolaminas, hormona de crecimiento, etc.) durante largos periodos de entrenamiento intenso, como es el realizado por los equipos de las categorías inferiores del club. Se concluyó que el ejercicio intenso generaba un ambiente desfavorable para la respuesta inmune, ya que tanto el cortisol como la epinefrina generadas inhiben la producción de las mencionadas citoquinas.