Ésto quiere decir que todo alimento esconde un beneficio o un perjuicio según a quién se lo demos, y según la dosis que elijamos. Por ejemplo, la literatura científica nos informa que un vaso de vino tinto al día previene riesgos de sufrir accidentes cardiovasculares. Sin embargo, un consumo superior agrava los factores de riesgo de sufrir una enfermedad cardíaca.
Lo mismo sucede con los azúcares simples, se aconseja el consumo diario de 3 a 5 piezas de fruta al día, pero si abusamos de alimentos con un índice glucémico elevado tenemos más probabilidades de contraer diabetes tipo II. A más conocimiento y cuanto mayor ahondemos más ventajas o desventajas encontramos en un solo alimento.
A pesar de toda esta relatividad y el estudio detallado de la cantidad de alimentos según el paciente, se puede establecer ciertas generalidades según los hábitos globales de la población actual.
El aumento de comida precocinada, grasas saturadas y azúcares simples en los últimos años provoca una serie de reacciones negativas en la salud y felicidad del ciudadano con la que debemos enfrentarnos. Por ello aparecieron medidas didácticas como la pirámide alimenticia o se crearon estrategias en los medios de comunicación para intentar educar los hábitos, sobre todo, de los más pequeños.