De hecho, cuando hablamos de números y sexo, otro problema es que cualquier estudio lo que suele contabilizar, por norma general, es el número de penetraciones vaginales, pero no los contactos sexuales entre la pareja, como caricias, besos o prácticas sexuales que no hayan culminado en coito. Se queja de ello Santiago Frago: “El modelo cultural erótico de sexualidad en la Europa Occidental sigue una perspectiva reproductivista y genital en la cual, la búsqueda del orgasmo obstaculiza la consecución del placer. Se ha perdido igualmente la idea de versatilidad y diversidad erótica que nos conduce inexorablemente a un modelo clínico de entender la sexualidad”. Quizás si pensásemos en cuantas veces nos hemos abrazado esa semana, susurrado una obscenidad al oído, dado un cachete pícaro o un beso intenso e improvisado en la cocina, descubriríamos que disfrutamos de más sexo de lo que parece.
Deseos contrapuestos y otros misterios
Podemos tener claro entonces que es preferible indagar con calma en los misterios de nuestra sexualidad, que pensar en cuántas veces hemos tenido penetración esa semana. La cuestión es que al igual que no hay dos personas iguales, no hay dos deseos similares, por lo que la dificultad en pareja viene cuando tenemos diferentes criterios sobre cuánta cantidad es calidad.