Tal y como explica el New York Times, el estudio concentró a 64 parejas, de entre 35 y 65 años, a las que se asignó un número determinado de encuentros sexuales que debían cumplir. Una mitad debía continuar con su ritmo habitual, mientras que la otra tenía que incrementar la frecuencia al doble. Después de tres meses de experimento, se pedía contestar una encuesta en la que se pudo ver que el grupo con mayor frecuencia sexual no era más feliz, sino todo lo contrario. La explicación que los investigadores daban a este hecho era que el aumento de la cantidad de relaciones podría haber llevado a una disminución del deseo y del goce. Vamos, que te pueden encantar los canelones, pero cuando te propones tomarlos todos los días pierden un poco su gracia.
¿Qué consideramos calidad?
La sex coach Raquel Gargallo explica que cuando una pareja acude a su consulta en busca de consejo para mejorar su vida sexual “suele ser una cuestión de calidad, ya que la cantidad no importa si realmente no estamos disfrutando de esos encuentros”. Con un ejemplo, también culinario, relata que “una persona que se deleita con un buen plato bien elaborado preferirá que tenga menos cantidad, pero un gusto exquisito y que le transmita sensaciones indescriptibles. En cambio, detestará una bandeja llena de comida insulsa sin sabor a nada. Podrá comer y podrá saciarse, pero no sentirá placer, estará cubriendo solo una necesidad”. Pues con el sexo, lo mismo. No se trata de que no nos guste disfrutar en grandes cantidades de aquello que más nos enloquece, sino de que preferimos apreciar cada bocado.