El ser o no ser eléctrico

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Los días en que pensar que los coches eléctricos pronto tomarían las calles era tan fantasioso como creer que veríamos aterrizar el DeLorean de Regreso al futuro empiezan a quedar atrás.  Y es que poco a poco, y con todas sus limitaciones, los coches enchufables se han ido convirtiendo en una realidad que ha llegado para quedarse.

Sin ir más lejos, resulta sintomático que dos de las novedades más destacadas del Salón Internacional del Automóvil que se celebra esta semana en Barcelona tengan como denominador común que son apuestas por el vehículo eléctrico.

El cambio de actitud en este terreno de marcas líderes como Volkswagen con su e-Up, o como Renault con la versión RS F1 del pequeño Twizy, constatan que pensar en términos eléctricos ya no es algo equiparable a exhibir esos prototipos futuristas que jamás llegan a pisar la calle. Repasemos pues algunas de las ventajas e inconvenientes que plantea actualmente adquirir un coche eléctrico.

  • Pensar en verde. El respeto por el medio ambiente es históricamente una de las grandes razones para pasarse al coche eléctrico. Por más que los automóviles de gasolina sean cada vez más limpios y eficientes, nada supera un vehículo que garantiza cero emisiones de CO2. Eso sin contar que el coche eléctrico no utiliza aceite para refrigerar el motor, con lo cual eliminamos otro residuo que nos dejan los autos convencionales. La cuadratura del círculo se produciría cuando la energía con la que rellenamos las baterías de nuestros coches eléctricos proviniera al 100% de energías renovables, algo que no ocurre en la actualidad. Por otro lado, los silenciosos eléctricos ayudan a combatir otro tipo de contaminación muy molesta sobre todo en las grandes urbes: la acústica.
  • La dichosa autonomía. Es sin duda el gran talón de Aquiles de la mayoría de coches eléctricos. Los modelos que podemos encontrar actualmente en el mercado español rondan los 100 kilómetros de autonomía. Y pese a que algunos prometen hasta 200 kilómetros, a la hora de la verdad, cuando se realizan pruebas de conducción realistas, se traducen en unos 150. A ello hay que añadirle el todavía lento proceso de recarga de las baterías, que puede llevarnos varias horas para una carga completa. En este sentido, los esfuerzos de la industria automovilística se centran ahora en desarrollar baterías con más capacidad y que pesen menos, otro aspecto que, de mejorarse, podría aumentar la autonomía de los eléctricos. Otra de las posibilidades que están barajando algunas empresas es un sistema de intercambio de batería. De este modo cambiaríamos una de vacía por otra de cargada cual bombona de butano. Pero la implantación de este sistema requeriría obviamente una buena…

  • Infraestructura para recargas. Otro de los aspectos que ponen de manifiesto que este aún no es país para eléctricos es la limitada red de puntos de recarga con la que contamos. Ciudades como Madrid o Barcelona ya disponen de algunas estaciones para enchufar coches y motos, pero son pocos los que se aventuran a salir a la carretera para hacer un trayecto largo con un vehículo con una autonomía tan limitada y sin garantías de poder repostar en un radio razonable de kilómetros. De momento no podemos confiar en que las grandes petroleras incorporen puntos de recarga para eléctricos en sus estaciones de servicio, y menos aún si tenemos en cuenta que los eléctricos representan la gran amenaza para el monopolio energético de estas empresas sobre el actual parque móvil. Imprescindible, en este sentido, el visionado del documental ¿Quién mató al coche eléctrico?
  • El precio es relativo. Uno de los frenos para muchos a la hora de adquirir un eléctrico ha sido siempre el precio. Sin embargo, actualmente con las ayudas del Gobierno al vehículo eléctrico -que rondan los 5.500 euros- y los 2.100 euros del Plan PIVE podemos encontrar interesantes ofertas como la del Nissan Leaf o el Renault ZOE, disponible a partir de 13.650 euros incluyendo las mencionadas ayudas. Al precio final hay que añadirle en algunos casos el del alquiler de las baterías, un sistema que algunas empresas han ideado para hacer más asequible el coche eléctrico. Los expertos aseguran que hay que entender la compra de este tipo de automóviles como una inversión a largo plazo, y que teniendo en cuenta todo lo que nos ahorramos en gasolina y en mantenimiento, en pocos años habremos amortizado sobradamente la inversión extra de comprar un eléctrico.
  • Velocidad y potencia. Hay quien cuestiona que la mayoría de eléctricos no se puede comparar con los coches de gasolina en términos de potencia y velocidad. Pero para conocer el potencial del coche eléctrico basta con echarle un vistazo a modelos como el Tesla Roadster, el juguete ecológico favorito del Hollywood más progre como George Clooney o Matt Damon, o las versiones híbridas que míticas marcas de deportivos como Porsche ya están incorporando a su catálogo. La comparación más común para demostrar que aún es pronto para valorar hasta dónde pueden llegar los coches eléctricos a nivel de prestaciones es la que suele hacerse con los teléfonos móviles: los primeros eran muy caros, tenían problemas de cobertura, de autonomía… Pero nadie puede negar hoy la espectacular evolución que han sufrido en unos pocos años. Así pues, si nada se interpone en el camino de los eléctricos, el olor de gasolina podría convertirse  dentro de muy poco en algo que nos provoque nostalgia del rugir de los motores de combustión.

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