Manuel Torres, director comercial de Eboca, empresa de vending especializada en máquinas de café, se lamenta de que la pausa española sea “algo clandestino, un tiempo en el que el trabajador se siente observado”, y considera que “un empleado, tomando café, también está trabajando”. Torres subraya el estrecho vínculo entre la cafeína y el rendimiento laboral, hablando de su vertiente biológica y la sociológica, y se pregunta: “¿Cuántas de las grandes ideas, de los inicios de los mejores proyectos, se nos han ocurrido dándole vueltas a un espresso?”.
En efecto, la EFSA (el panel de expertos europeos en salud alimentaria) ha reconocido que a partir de 75 miligramos, la cafeína aumenta la atención, la memoria y la capacidad de aprendizaje. Y los defensores del fika matizan: no es lo mismo tomarlo en un vaso de plástico que en una taza personal, como no es igual hacerlo en un pasillo frente a una máquina metálica que en un espacio diáfano con sofás y bandejas de pastas caseras. Para practicarlo, como afirma Ana Berdún, “el cambio cultural tiene que ser propiciado por los empresarios, que deben entender que esto es algo positivo”. Y también debe ser tomado con responsabilidad por los trabajadores. ¿Llegará ese día? Habrá que pensarlo con un cortado en la mano…